Paco Roca comenzó a recopilar anécdotas de los padres y familiares ancianos de sus amigos y visitó residencias de ancianos para saber cómo era la vida en ellas, un material de primera mano que le ha servido para estructurar una consistente ficción. El aire de verosimilitud que se respira en el relato se ha visto propiciado por un cuidadoso trabajo de documentación. Y lo hace de un modo intimista y sensible, con algunos apuntes de humor pero sin caer en ningún momento en la caricatura. Paco Roca aborda en Arrugas temas delicados, hasta ahora escasamente tratados en historieta, como son el Alzheimer y la demencia senil. Emilio se adentra en una rutina diaria de cadencia morosa con horarios prefijados –la toma de los medicamentos, la siesta, las comidas, la gimnasia, la vuelta a la cama…– y en su pulso con la enfermedad para intentar mantener la memoria y evitar ser trasladado a la última planta, la de los impedidos, cuenta con la ayuda de Ernesto, su compañero de habitación… Allí, aprende a convivir con sus nuevos compañeros –cada uno con un cuadro “clínico” y un carácter bien distintos– y los cuidadores que les atienden. Emilio, un antiguo ejecutivo bancario, es internado en una residencia de ancianos por su familia tras sufrir una nueva crisis de Alzheimer.
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